Didáctica. Ana María Fontenla. Sesión 2 (31 de enero de 2018)

En la sesión del 31 de enero, con Ana María Fontenla, vimos la comprensión escrita o comprensión lectora. Como siempre, la clase estuvo cargada de ideas originales que podemos llevar a nuestras clases de mil maneras diferentes.

Para las actividades de comprensión lectora, evidentemente, hay textos y textos. Pero es muy importante que en las actividades previas seamos capaces de despertar en el alumno la curiosidad por el texto, de forma que, aunque no sea el mejor texto ni la mejor explotación del mundo (como ocurre muchas veces con los libros de texto), podamos salvar la actividad.

Otra cosa que me parece muy importante es la variedad. En clase vimos lo divertido que resulta, como actividad de comprensión escrita, ordenar una historia o buscar en diferentes textos sobre deportes uno que realmente no existe. Sin embargo, si siempre planteamos lo mismo, si no variamos, si no sorprendemos, por muy divertido que haya sido las primeras veces, terminará aburriendo a los estudiantes tanto como la típica explotación de un manual. Por eso es importante que busquemos ideas nuevas constantemente y variemos al máximo.


Por último, aunque no tiene nada que ver con la comprensión escrita, me gustaría hablar de otro aspecto del que hablamos en clase y que me interesa especialmente: la forma en la que tratamos a nuestros estudiantes. Todo aquel que trabaja “de cara al público” tiene una responsabilidad enorme. Pero si, además, este público está formado por niños y adolescentes, la responsabilidad es, si cabe, mayor. Son edades críticas en las que se construye la personalidad de una persona y no olvidemos que los profesores no solo contribuimos a que los estudiantes aprendan inglés o matemáticas, sino que tenemos un papel crucial en el desarrollo de su autonomía, su motivación y tantos otros valores y actitudes. Esto perfectamente compatible con marcar claramente las reglas, cumplirlas siempre y ser justo con todos en todo momento. En clase hablamos de lo importante que es para un alumno que le digan “¡Qué guapo/a estás hoy!” o “¡Bien hecho!” y es que… ¿a quién no le gusta que lo valoren?

Tratar a nuestros alumnos con afecto, amabilidad, simpatía… es imprescindible. La enseñanza no es un juego; es algo muy serio que implica una gran responsabilidad ante personas que, aunque les quede mucho por vivir, ya son grandes y merecen todo nuestro respeto.

Comentarios

  1. Toda la razón. Y además redundará en nuestro propio beneficio. Si les damos respeto nos devolverán respeto.

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